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Escribo una líneas apuradas mientras me tomo unos segundos de reflexión entre la jornada laboral.

A través de mi religión - La Ciencia Cristiana - he aprendido a ver la vida desde su aspecto espiritual. Intento todos los días no situarme en las ideas materiales, que me limitan y debilitan. Sin embargo, a veces, me es dificil, siento que parezco un bicho raro entre los que me rodean. Todos, seres humanos tan hijos de Dios como yo, pero que parecen vivir en la ignorancia - las tinieblas - embelezados por la materialidad y por problemas que - alejados del espíritu - guían sus vidas. No encajo, y me asusta porque, aunque no pretendo sentirme diferente a ellos - ya que no lo soy - hay algo que me distancia de sus ideas y pensamientos y ese algo los aleja de mí.

Me siento aislada, parece que no les gustara o no aceptaran mi forma de ser y la verdad, aún me cuesta asumirlo, entender que mi vida nunca ha sido un encuentro entre ellos y yo, sino que siempre ha sido entre Dios y yo.

Este poema de la madre Teresa de Calcuta me alivia por momentos, me ayuda a levantar la mirada y enfrentar con amor a todos los que intentan influír negativamente en mi vida y mis acciones.

DE TODOS MODOS

A menudo los demás son irrazonables, ilógicos y egoístas,

perdónales, de todos modos.

Si eres bondadoso, quizá los demás te acusen de tener motivos egoistas,

sé bondadoso de todos modos.

Si tienes éxito, te ganarás algunos falsos amigos y algunos verdaderos enemigos.

Ten éxito de todos modos.

Si eres honrado y franco, los demás puede que te engañen,

sé honrado y franco de todos modos.

Lo que tardas años en construir, alguien lo puede destruir de la noche a la mañana.

Construye de todos modos.

Si hallas la serenidad y la felicidad, puede que los demás sientan celos,

sé feliz de todos modos.

El bien que haces hoy, a menudo los demás lo olvidarán mañana.

haz el bien de todos modos.

Da al mundo lo mejor que tienes, y quizás nunca será suficiente,

da al mundo lo mejor que tienes de todos modos.

Al final, todo es entre tú y Dios, nunca ha sido entre tú y ellos,

de todos modos.

-.Madre Teresa de Calcuta.-

Dr. Wayne W. Dyer

El doctor Wayne W. Dyer, nació el 10 de marzo de 1940 en Detroit, Michigan. Es un connotado escritor de libros de autoayuda, psicoterapeuta y doctor en psicología, además ha enseñado a muchos niveles, desde escuelas preparatorias hasta universidades. Además es co-autor de tres libros de texto, colabora con muchos periódicos y da conferencias en todo el territorio estadounidense. También, aparece regularmente en programas de TV y radio. Su inspiración fue la rama de la llamada Psicología humanista, la cual, pretendía ser el 4º paradigma, después del Psicoanálisis, la Psicología conductista y la Psicología cognitiva.


Para Wayne W. Dyer, el ser humano no tiene límites, sus capacidades son infinitas y sus limitaciones son un mero producto de sus propios pensamientos.

Hablar de Dyer, es hablar de un hombre que a través de un extenso recorrido por la vida, logró superar sus propias límitaciones, conectándose con su yo espiritual. Como El expresa, para mí, en uno de sus mejores libros Tus zonas mágicas:

"Yo he visto en mi propia vida el camino que lleva a la realidad mágica y he dedicado gran atención a detallar lo que creo son los ingredientes escenciales para la creación de una vida llena de milagros. He ido más allá del creer en los milagros para llegar a algo que llamo conocimiento (...) Puedes aprender a ir mucho más allá de las creencias y los objetivos, hasta un nuevo lugar dentro de ti mismo que es el lugar del conocimiento. Es en este territorio de tu mente donde se producen los milagros".

Obras:

  • Tus Zonas Erróneas
  • Tus Zonas Mágicas
  • El Cielo es el Límite
  • Evite ser utilizado
  • La Felicidad de nuestros Hijos
  • Construye tu destino
  • Tus Zonas Sagradas
  • La Fuerza de Creer
  • Camino de la Perfección
  • El Poder de la Intención
  • Los regalos de Eykis
  • La Sabiduria de Todos Los Tiempos

Algunas de sus frases:

  • "Cuando bailas, tu objetivo no es ir a un lugar determinado de la pista. Es disfrutar cada paso del camino."
  • "Somos aquello en lo que creemos."
  • "Toda regla tiene su excepción, incluso ésta".
  • "La esencia de la grandeza radica en la capacidad de optar por la propia realización personal en circunstancias en que otras personas optan por la locura."
  • "¡Sientes lo que piensas!."

De Las enseñanzas del Maestro

"La única condición que necesitamos para abolir nuestras limitaciones materiales y alcanzar la vida espiritual, reside en aceptar que a la vida le da calidez el espíritu de Dios (…) Hemos sido dotados de un sentido espiritual que nos hace percibir el gozo de la presencia de Dios. Pero la influencia de la irreverencia y el pecado matan aquel sentido antes de que seamos capaces no ya de ver más allá del mundo material sino incluso antes de ver más allá de nosotros mismos".

Sadhu Sundar Singh

Hace algunos días hice un descubrimiento que cambió mi vida de una forma tan impresionante y veloz que aún me cuesta dimensionar. Buscando en internet el Bhagavad Gita - uno de los más trascendentes textos espirituales escritos en la historia de la humanidad-, me topé con "Las enseñanzas del maestro", un maravilloso libro que, con un lenguaje simple pero consistente, devela una a una las grandes interrogantes a cerca de Dios, la verdad, la vida, la muerte y el hombre con su unión y separación de esa fuerza invisible e infinita a la cual - en occidente - llamamos Dios.

Las enseñanzas del maestro, llegaron a mi vida cuando más las necesitaba, me encontraba perdida y desorientada, envuelta entre la autocompasión y la duda acerca de todo en lo que creía. Estaba completamente ajena a mi Padre, Madre Dios y su amor infinito. En una de esas etapas en las cuales, como dice la parábola: al ver nuestras huellas en la arena nos dirigimos a Dios sólo para preguntarle ¿por qué nos ha abandonado?. En ese intervalo exacto, cuando estás al borde del abismo, fue cuando ese maravilloso libro apareció ante mis ojos añorantes de verdad y amor, para demostrarme que, aquellas huellas que veía en la arena no eran mías, sino que eran de Dios, que me cargaba en sus brazos.

Las lágrimas recorrieron mis mejillas mientras avanzaba en la lectura, humedeciendo mi rostro y saciando poco a poco aquella sed infinita que sólo la verdad y el amor de Dios pueden saciar. Mientras consumía cada página con el apuro de quién recibe una botella de agua tras días sin beber líquido alguno, comprendí que estuve toda mi vida creyendo que creía, profesando fe sin fe, amando sin saber amar por las tantas heridas que con o sin intención provoqué a quienes me rodean y a mi misma.

Comprendí que no puedo avanzar hacia el conocimiento del espíritu si retrocedo con cada furia, con cada reclamo o falta de comprensión hacia quienes me rodean, hacia mi misma y sobre todo hacia Dios. Comprendí también que cada situación y cada persona con que nos cruzamos están ahí por algo, que quizás -en ese preciso instante no podemos comprender- pero qué, están ahí por nosotros y para nosotros: El sufrimiento es desagradable al primer contacto, pero aquellos que lo aceptan por causa de Dios, dentro de él encuentran la delicia de la paz espiritual. No conseguimos una victoria real escapando del dolor, sino más bien descubriendo la gracia de cambiar el dolor en alivio, cambiar la muerte en vida, el mal en bien.

Comprendí además que el mal, el sufrimiento, el hambre y la crueldad, no son más que una realidad creada por nosotros, los seres humanos incapaces en gran medida de ver y reconocer el amor de la fuente que todo lo creó, incapaces casi totalmente de comprender el dulce sabor de la tristeza que trae consigo un nuevo aprendizaje. Y es que, "en primer lugar, Dios se encarnó para liberarnos del ciclo de pecado y muerte y revelarnos así su generosidad sin límites, para enseñarnos una forma de amar que de otra forma nos hubiese resultado desconocida. En segundo lugar, desde que hemos probado la amargura y las inevitables consecuencias del pecado, nos deleitamos en librarnos de sus ataduras, del mismo modo que la dulzura de la miel nos resulta tanto más placentera después de haber probado la amargura. En interminable unidad con Dios, somos libres para servirle con reverencia y obediencia".

Ahora depende de nosotros dejarnos llevar por esa realidad finita creada por nuestras mentes o acercarnos al amor infinito de un Dios que lo único que desea es mantenernos aferrados a su manto, rebosantes de su amor. El sabe que "Nosotros, también, nos hemos precipitado desde lo alto de la montaña de la virtud y yacemos rotos y heridos por el pecado, con nuestra vida desvaneciéndose. Pero si nos volvemos hacia el Maestro, nos dará libremente su sangre espiritual para que podamos ser salvados de la muerte y volvamos a la vida. En verdad os digo que el Maestro viene a nosotros con este propósito"

Que cada día de sus vidas este lleno de bendiciones y rebosante del amor de Dios. Los quiero a todos.